miércoles, 13 de mayo de 2009

La Sala de Ámbar



La mítica Sala de Ámbar, considerada la “Octava Maravilla del Mundo”, desapareció misteriosamente en 1941 y todavía no se ha logrado dar con su paradero. Se llama así porque sus paredes estaban recubiertas de ámbar, una valiosa resina fósil del color de la miel. Fue un regalo que le hizo el rey de Prusia, Federico Guillermo I al zar Pedro I el Grande en 1716. A Rusia llegaron los paneles de ámbar listos para ser montados. En 1755, la zarina Catalina II ordenó instalar la espectacular habitación en su palacio y, en 1757, añadió a la estancia cuatro mosaicos traídos de Florencia.

En San Petersburgo fue instalada la Sala de Ámbar en el Palacio de Invierno, pero años después la Emperatriz Elisabeth la mandó llevar hasta el Palacio de Catalina en Tsarskoye Selo en el año 1755. Fue dos años después cuando la zarina Catalina mandó instalar cuatro mosaicos traidos especialmente de Florencia para completar el trabajo, y encargó la obra al maestro Rastrelli. Allí se acopló, entre otros muebles, una cómoda que había sido realizada por unos ebanistas de Berlín en el año 1711.
Curiosamente, casi 250 años después de que se instalara aquella Sala de Ámbar en el Palacio de Catalina, lo único que se conserva es esa cómoda, que apareció en 1997 en un almacén, abandonada, del Museo de Artes Aplicadas de Berlín, y uno de los mosaicos florentinos, el llamado de “los sentidos del tacto y el olfato“, que un tal Achtermann intentó vender en ese mismo año por cinco millones de marcos, tras haberla encontrado en el desván de su casa.
Pero, ¿cómo desapareció? ¿qué ocurrió con aquella maravilla imperial de ámbar y qué se ha hecho de ella?…

Lo cierto es que durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes, ávidos de recopilar obras de arte por todo el mundo, saquearon el Palacio de Catalina cuando llegaron hasta la ciudad rusa. Y una de las habitaciones desmanteladas totalmente fue, precisamente, el famoso Salón de Ámbar. Corría el año 1941 cuando los soldados de la Werhmacht se llevaron todos aquellos paneles dorados hasta el castillo de Königsberg. Sin embargo, no sería ese su último traslado, pues cuatro años después, a punto de caer ya el régimen nazi, el Salón de Ámbar fue nuevamente trasladado a un sitio desconocido.
Un famoso arqueólogo encontró y descifró unos documentos de un oficial de la antigua Luftwaffe alemana, ya fallecido.
Según estos documentos, bajo una mina abandonada cerca de la frontera con la República Checa, en Deutschneudorf, habría escondido un gran tesoro de obras y joyas valiosas, expoliados por los nazis durante los años de la Guerra, y entre ellos, podría estar el famoso Salón de Ambar. Sin embargo, y como la historia no podía acabar siendo desvelada tan fácilmente, comenzó a extenderse el rumor de que aquel pasadizo minero podría estar cargado de bombas y trampas…

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